Rastros de carmín – Greil Marcus. Editorial Anagrama, 1993.

Por Alejandro Torres.

Qué tienen en común el movimiento Dadaísta, La internacional situacionista y el nacimiento del Punk en Londres, a finales de los setenta? Greil Marcus tiene la respuesta. Al parecer a finales de siglo se vino a notar cómo cada tanto aparece una expresión estética que confluye para desmitificar el sistema en el que se halla inmersa. Nuestra sociedad replica cada tanto un estallido en medio del letargo trágico que es la vida cotidiana y anodina en occidente. Creemos progresar pero en nuestro continuo e irracional modo de expandir y destrozar no nos movemos, no crecemos realmente. Es entonces cuando algunos toman la bandera y muestran algo de nuestra insidiosa estupidez, como si cada vez que estamos a punto de explotar, alguien encontrara una salida y todo volviera a empezar. A estos tres movimientos artísticos los ligó lo libertario, su deseo de reimaginar el mundo y de contravenir el estatu quo por el arte. Curiosamente la historia se extiende hasta el medioevo, cuando los locos y los santos dieron su cuota de sangre en aras de hacernos salir de la ceguera. Libro vertiginoso, se convierte en un recorrido apasionante por las corrientes subterráneas del arte. Siempre con la premisa de que será nuestra capacidad de imaginar lo que nos salvará como especie. Cada ser vivo tiene su misión en este orbe: la nuestra quizá sea pensarlo y deseaerlo, sin más. Pero, si fuese necesario destruir lo inútil o inicuo, siempre habrá quien grite más alto para alzarse sobre la voz anodina  y repetitiva que nos acostumbra a todo, a morir sin haber sido.

Deja un comentario