POSESSION – ANDRZEJ ZULAWSKI (1981)

Por Alex Freyle.
Si estás buscando clásicos de terror escondidos por ahí, te recomiendo esta película donde la posesión no la tomó un demonio sino la locura. Viéndola me preguntaba cuánto hubieran disfrutado Foucault, Deleuze y hasta el mismo Jung viendo esta soberbia joya de los ochenta. La obsesión de un matrimonio en tránsito de separación .
La esposa deja a su marido por un ser Lovecraftiano que habita en su cuarto; ese es el argumento que nos atrapa: desespero y angustia son la ambientación que se repira minuto a minuto. La hermosa Isabelle Adjani nos da una cátedra de actuación sobre todo en la escena del tunel; tanto así, que le valió en ese año el Cannes a mejor actríz.
El guión es abrumador. Andrzej Zulawski es un director polaco radicado en Gran Bretaña . Como dato curioso, nunca más volvió a hacer cine de terror;  esta fue su única película sobre el tema y se dedicó a la comedia romántica.

Fantasmas – Peter Straub. Plaza y Janés, 1986.

Por Mauricio Vargas Herrera.

¿Qué fue lo peor que hizo usted en su vida?

-No se lo diré, pero le diré lo peor que me sucedió… lo más terrible…

 

La vida  no solo está llena de alegrías y de tristezas, también está llena de decisiones peligrosas y de errores fatales que no se enmendarán con dar una mirada al pasado. La única solución es ignorar lo que te pueda llegar a atormentar. Pero eso no dura mucho. El pasado no perdona. Aunque te sientas seguro porque en la realidad controlas tu pensamiento y tus recuerdos los puedes hacer a un lado a voluntad, los fantasmas del pasado regresan. Primero atacan en donde tú no tienes voluntad, los sueños, y poco a poco, pesadilla tras pesadilla, tomarán el control de tu vida y serán ten reales como tú.

Fantasmas no es una historia de sustos menores, de objetos que se mueven solos o sombras fantasmagóricas, como lo hace pensar el título a simple vista. La historia abarca más que eso. Peter Straub nos presenta a los ya mencionados fantasmas del pasado que pasarán de ser los protagonistas de las pesadillas de los personajes principales a convertirse en los dioses del caos y de la muerte, deambulando peligrosamente en un pequeño pueblo, apartado de la modernidad de los lugares vecinos, acorralado por la nieve y sepultado bajo una tormenta mortal.

Cinco ancianos, amigos de toda la vida, se reúnen en una especie de club al que denominan la Chowder Society, en el que se narran historias de fantasmas. Al comienzo creyeron que era divertido asustarse mutuamente, pero cuando sus vidas empiezan a verse atormentadas por el remordimiento de un error fatal cometido en su juventud, se dan cuenta de su vulnerabilidad, de que sus reuniones son simplemente un pretexto para sentirse seguros de algo poderosamente sobrenatural que no pueden entender aún y mientras se consuelan con sus historias de fantasmas, esperando inexorablemente lo que el destino les tiene preparado a cada uno, el pueblo en el que viven  y que jamás se atrevieron a abandonar, sucumbe a los horrores de los entes que vienen del pasado a tomar venganza por su propia mano.

Con esta novela, el autor entró a hacer parte del Olimpo de los escritores de terror contemporáneos. Es un libro que no se puede dejar de leer. Peter Straub no escribe acerca de cinco hombres atormentados simplemente, sino que crea toda una sociedad llena de historias que se entrelazan inesperadamente, sorprendiendo al lector en todo momento. Una sociedad que acoge al lector desde el primer momento y lo hace sentir en casa, pero que al desatarse el infierno blanco, lo deja a merced del horror que allí se vive y el lector decidirá si es más prudente seguir desafiante hasta el final o acobardarse y abandonar el pequeño pueblo de Milburn.

Te doy mis ojos (película) – Icíar Bollaín. España, 2003.

Por Alejandro Torres.

Créanme que esta peli me dejó sin aliento en más de una escena. Qué pensar de una mujer que ama tanto como para recibir la ira por abrazo a cada segundo. Una casa puede ser un infierno y esta directora lo sabe. No es la típica historia de violencia contra la mujer; eso es sólo el medio por donde circulan las cosas en este matrimonio. El verdadero quid está en que no sabes hasta dónde va a llegar todo. Te desubicas con algunos besos y perdónames que casi convencen pero la tensión está allí. La pregunta que se sostiene a cada instante es qué tanto soporta un amor o, acaso, es difícil tocar fondo? se confunde la mala uva con cariño? A mí manera de ver, de lo mejor que pude sufrir este 2010. No apta para gente con secuelas de infancia en medio de padre golpeador y madre-Sparring.

Historias enterradas (vivas) – Michel Fais. Berenice,2001.

Por Tomás Ferri.

 

-Está muerto.

-No está muerto, está durmiendo.

-No se mueve, así que está muerto.

-Y si está muerto, ¿cómo es que mueve las orejas?

-Mueve las orejas porque le molestan las moscas.

-Mueve las orejas porque está aburrido de estar quieto tanto rato.

–Si se aburre, ¿por qué no se va?

-No se va porque está muerto. {…}

(Charla entre dos niños sobre un perro que está tumbado al sol.)

Fragmento del último relato “Vida impedida”

 

Sin tener que estar en un cementerio y empezar a escarbar, sin estar en una funeraria para lavar, embalsamar y maquillar, sin recurrir a un médium; escuchamos las historias de los muertos que evocan a quienes dejaron atrás o de los vivos que recuerdan con nostalgia, erotismo, amor o dolor a quienes ya se fueron.  Como voces que se cuelan por las grietas de las tumbas, con un humor ácido, estos relatos se alejan de cualquier estudio tanatológico para mostrarnos como en su cotidianidad el ser humano convive con la muerte, como la vida que se descompone huele peor que la muerte, porque, ¿a qué huele la muerte? Seguramente no a lo putrefacto que puede llegar a heder lo vivo.

Fais escribe este libros de relatos haciendo uso de una variedad de formas narrativas donde de una escena repulsiva puede saltar a un monólogo lírico o a un dialogo que se puede dar en cualquier barrio popular.  Un libro exquisito, quizá no para el paladar de alguien que sufra de tanatofobia.

Con esta colección de relatos Michel Fais ganó el PREMIO NACIONAL GRIEGO DE RELATO 2000.